Trabajamos con la misma ilusión con la que el ratoncito Pérez dejaba sorpresas bajo tu almohada a cambio de un diente de leche.
Porque los dientes son pequeños tesoros. Y nosotros somos sus guardianes.
El ratoncito cuidó de ti cuando todavía aprendías a sumar y leer. Cuando no te gustaba el puré de verduras.
Cuando no sabías qué era estar enamorado.
Nosotros, los dentistas, somos sus sucesores.
Cuidamos de vuestros dientes cuando la vida o los problemas ya no se arreglan con fantasías.